Actualmente la OMS, luego de realizar un estudio extenso donde han analizado más de 900 publicaciones científicas, recomienda insertar el arte como elemento terapéutico tanto para los problemas de salud física, así como para los problemas de salud mental. No es necesario crear una obra de arte para beneficiarse de esta herramienta, ya desde exponernos a un cuadro, un concierto o una escultura empieza su poder trasformador.

En todas las etapas de la vida, el arte tiene una influencia positiva sobre la salud, por ejemplo, los niños a los que los padres les leen cuentos antes de ir a dormir tienen un tiempo de sueño más prolongado y una mejor concentración en el colegio. Otro ejemplo, en la adolescencia, el teatro puede ayudarlos a tomar decisiones más responsables, mejorar el bienestar y reducir la exposición a la violencia.

En las personas que sufren un problema de salud mental, el simbolismo de la obra artística les permite visualizar la proyección de ese mundo interno que muchas veces se ve eclipsado por la parte más racional, pues les permite franquear sus defensas racionales y acceder a ese inconsciente que al fin de cuentas es el responsable de cómo percibimos el mundo.